Transcurría el mes de febrero de 1988 y en Costa Rica se realizaba XVII Sesión de la Asamblea General de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), con la participación de su Alteza Real el Príncipe Felipe Duque de Edimburgo, en su calidad de presidente internacional de la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza).
En ese mismo año, nuestro querido amigo y uno de los padres fundadores del ACG, el Dr. Rodrigo Gámez Lobo (exdirector del INBio) era asesor científico del Dr. Álvaro Umaña, quién fungía como Ministro, en el Ministerio de Recursos Naturales, Energía y Minas (MIRENEN), durante la primera administración Arias.
Mientras el congreso se realizaba en San José, aquí en el pacífico norte, continuábamos dando los primeros pasos para la consolidación de la Unidad Regional de Conservación Guanacaste (hoy ACG), en seguimiento a la idea propuesta en 1986 por el Dr. Daniel Janzen y su esposa la Dra. Winnie Hallwachs de la formación del proyecto: “Parque Nacional Guanacaste: restauración ecológica y cultural del bosque seco”; proyecto que ya estaba siendo conocido internacionalmente por romper el estatus quo y paradigmas en la administración, conservación y manejo de un parque nacional.
La adquisición de tierras para ampliar Santa Rosa y conectar ecosistemas, los esfuerzos sistemáticos para prevenir y controlar los fuegos, las primeras experiencias en la restauración del bosque seco, la incorporación de personas locales en el manejo y administración de un área protegida, los primeros esfuerzos para incorporar escolares en clases de bioalfabetización, eran algunos de los elementos novedosos que llamaban la atención del mundo de la conservación en aquellos años.
En este contexto, fue que recibimos la visita del Príncipe Felipe. No fue una visita protocolaria, ni planificada en la agenda del Príncipe; sino más bien obedeció a una invitación que le hicieran don Rodrigo y don Alvaro para visitar el “proyecto Guanacaste”.
El Príncipe contaba con su propio avión por lo que no fue problema para él “escaparse” de San José y aterrizar en Liberia, donde lo esperamos con dos toyotas safari y un pick up, donde acomodamos la pequeña delegación que lo acompañaba, que incluía a don Rodrigo, el Ministro Umaña, y sus homólogos del Instituto de Ciencias de Gran Bretaña y de Ambiente, junto a otros colaboradores de confianza, incluido un par de discretos agentes de seguridad.
En una de las safaris conducida por Daniel, se acomodo el Príncipe, Winnie, el Ministro Umaña, don Rodrigo y los homólogos ingleses. El resto de la delegación se subió en la safari conducida por Randall García y mi persona, David Ruíz y Roger Blanco íbamos como escolta en el pick up que llamábamos móvil 1.
Salimos del aeropuerto hacia el norte, con el afán de visitar las tierras cercanas al Cerro El Hacha que ya eran parte del “parque Guanacaste” y en las cuales se estaban dando las primeras acciones de prevención de incendios y en donde ya teníamos presencia de una familia local, en su calidad de “Encargado de Sitio”. Aquí es importante recordar que en estos primeros años del ACG, cuando adquiríamos una propiedad y esta tenia una familia cuidando la finca, normalmente contratábamos al esposo, o esposa o ambos como funcionario del parque, encargado y responsable de ese territorio.
Liderando la caravana de tres vehículos iba el Dr. Janzen, acompañando del Príncipe Felipe en el asiento del pasajero. Daniel aprovecharía las pocas horas de “escape” del Príncipe para conversar e irlo poniendo al tanto de este nuevo proyecto que estaba germinado en el noroeste de Costa Rica. El Príncipe interesado en temas de conservación se mostro siempre muy receptivo durante toda la gira.
Una hora después de su llegada ya estábamos ingresando al Sector El Hacha y circulando por los malos caminos de tierra que eran usados en tiempos de la finca, con rumbo a “Casa 3”, sitio donde vivía con su familia nuestro nuevo encargado del Sitio, el señor Vilmar Rodriguez.
Sin aire acondicionado en el calor de febrero y entre nubes de polvo, así circulaba la caravana. Me vienen a la mente recuerdos muy gratos que se atesoran y valoran con los años, sobre la sencillez de las cosas pequeñas que también tienen que ser hechas “hasta por los Príncipes” y con esto me refiero a la anécdota vivida en esta visita, pues como él Príncipe iba con Daniel encabezando la caravana, fue a él quién le toco bajarse del carro, pararse frente a los tres portillos o “puertas falsas” que había en el camino, abrirlos y esperar que los tres carros pasarán al otro lado, para luego de nuevo cerrar el portillo.
Recuerdo su cara un poco seria al encuentro del primer portillo cerrado, no porque pareciera disgustado por tener que hacer esta tarea “no digna para la realeza” ; sino más bien porque no entendía muy bien la dinámica de como abrir ese tipo de “puerta falsa”, muy común en nuestros lares. Superada la primera impresión, … logro abrirlo y con una radiante sonrisa espero pacientemente que los carros pasaran, cerro el portillo y se dirigió hacia el primer vehículo para continuar el viaje. Esta dinámica se repitio en tres ocasiones, antes de llegar a nuestro destino. Al regreso se invirtieron los papeles y nosotros en la móvil 1 salimos primero, para ir abriendo los portillos.
Ya en “Casa 3”nos esperaba Vilmar, su esposa Teodora y sus hijos Jessica y Billi. Era pasado medio día y hacia hambre. El almuerzo estaba preparado y listo para servir. El menú consistió en arroz, frijoles y tortillas con cuajada. Daniel y Winnie habían llevado un frasco de macadamias, que revolvieron con el arroz y frijoles; y el Principe hizo lo mismo. Recuerdo que DoñaTeodora, había preparado unos frijolitos negros arreglados deliciosos que le encantaron. A mi mente viene la imagen, de la casa de madera y en el pequeño balconcito, el Príncipe sentado haciéndose gallos de frijoles con tortilla. Los saboreó al punto que no le importo que se chorrearan sus manos. Frijolitos con cebollita y tortilla recién palmeada, …acompañado de un delicioso jarro de café negro recién chorreado,… que más se puede pedir. Ver al Príncipe disfrutar de estos gallos de frijoles fue todo un espectáculo. Estábamos relajados, estábamos en un parque, …estábamos entre colegas que amaban la conservación.
Después del almuerzo realizamos un pequeño recorrido por otros sitios del Sector El Hacha para mostrarle al Príncipe algunos fragmentos del bosque seco maduro, que 300-400 años atrás cubría toda la región y que ahora estábamos tratando de recuperar o restaurar, principalmente por medio de la prevención y control de incendios y reducción de la cacería.
A mitad de la tarde la caravana se enrumbó hacia Santa Rosa, donde se le iba a explicar y mostrar una parcela experimental que había establecido el Dr. Janzen en 1980 para documentar y evidenciar como ocurre la restauración del bosque seco, cuando se elimina el efecto del fuego.
Al llegar a Santa Rosa nos enteramos que horas más temprano habían llegado dos patrullas del Comando Norte buscando al Príncipe para “darle seguridad”.En la casetilla de ingreso, le dijeron a los policías que el Príncipe andaba en una gira privada y que no quería que lo molestaran. Más tarde cuando regresábamos al aeropuerto nos encontramos con las dos patrullas y luego supimos que desde San José les habían dado ordenes de que no podían permitir que el Príncipe y comitiva estuvieran sin seguridad y menos en la “montaña”.
Continuando con la historia de la gira, ingresamos a Santa Rosa y nos dirigimos a las dos parcelas experimentales como de 100 x 100 ubicadas a la orilla del camino y antes del parche de bosque maduro que conocemos como “bosque húmedo”. Estas parcelas fueron establecidas desde 1980 por el Dr .Janzen y originalmente estaban llenas de pasto jaragua, la especie exótica que fue introducida de África para mejorar la calidad de los potreros de las haciendas, allá por los años 40.
El objetivo de estas parcelas era para demostrar que si se elimina el fuego de un sitio determinado, el bosque seco poco a poco regresa gracias a las semillas llevadas por el viento, o por animales; siempre y cuando hayan árboles cercanos que las provean. Entonces para demostrar visualmente esta restauración natural, una de las parcelas se ha protegido del fuego y la otra se ha quemado todos los años desde hace ya 40 años.
Entonces, en nuestra historia con el Príncipe la última actividad realizada en Santa Rosa fue mostrarle las parcelas, explicarle el proceso de sucesión natural del bosque una vez que se elimina el fuego y darle el trabajo de encender la antorcha – (no teníamos quemadores en ese tiempo)- y como decimos a lo guanacasteco “pegar fuego” a lo largo de la parcela de control. El Príncipe siguiendo nuestras instrucciones coloco la antorcha en un punto de la parcela e inmediatamente llamas empezaron a consumir el jaragua y se levantaron raudas y azuzadas por el viento, en ese instante sintió el calor del fuego y evidencio como en unos pocos minutos la parcela fue pasto de las llamas.
Mientras esto ocurría personal del parque, entre los que recuerdo a Garita, “Guti” y Koki Barboza, se mantenían preparados y a la expectativa en caso de que el fuego se nos saliera de control.
En honor a la visita y a partir de ese año, esta parcela que se quema recibió el nombre de “Parcela El Príncipe” y todavía actualmente los muchachos del Programa de Fuegos y el ACG tratan de realizar su quema cuando hay en el parque la presencia de algún visitante distinguido.
Al finalizar la tarde, la comitiva regresó al aeropuerto para la despedida, pero no sin antes de que el Príncipe le ofreciera al Dr. Janzen y comitiva un recorrido aéreo en su avión por la zona de la península de Santa Elena y otras partes del “proyecto” piloteado en manos del mismo Príncipe Felipe.
Estos son recuerdos imborrables de una de las tantas experiencias hermosas vividas en el ACG y en lo particular recordar a una persona que se mostro jovial, interesada, accesible y que supo compartir con los ticos un “gallo de frijoles arreglados”,… más allá del protocolo, de su titulo y realeza.
Descanse en Paz, Príncipe Felipe Duque de Edimburgo.
Fuente de información:
Sigifredo Marin Zúñiga
Guanacaste Dry Forest Conservation Fund (GDFCF)
Roger Blanco Segura
Coordinador Programa de Investigación