Nuestra imagen de Guanacaste está vinculada a un lugar seco, con un limitado espectro de colores, salvo por el azul de sus playas, que ofrece un contraste que nos maravilla y brinda descanso al calor de su tierra.
Sin embargo, al momento de visitar el Área de Conservación Guanacaste, sorprende encontrar un escenario diferente: un puente natural de árboles verdes que da la bienvenida en la carretera es el preludio de lo que aguarda.
Este lugar, uno de los 4 sitios costarricenses declarados Patrimonio de la Humanidad, desafía nuestra comprensión respecto a lo que relacionábamos con esta provincia. Aquí, la temperatura desciende producto del bosque tropical seco que le rodea, la frescura bajo la cual uno se encuentra sostiene un efecto mental que se siente desintoxicador. Además, en medio de los ruidos de los animales que pasean abiertamente y sin los usuales límites bajo los que estamos acostumbrados a verles, generan la sensación de estar en un lugar diferente.
Esta libertad y la relación tan próxima entre la flora y fauna y el ser humano dejan al descubierto un mundo de interacciones biológicas para admirar y aprender de ellas, como es el caso del Programa de Educación Biológica. Este programa busca sensibilizar a la niñez y adultos sobre los ecosistemas que conforman la ACG, con el fin de crear conciencia sobre la importancia de preservar y expandir el mundo natural que nos rodea, utilizando el bosque como una especie de laboratorio.
Este sitio, hogar de ciencia debido a las investigaciones con impacto mundial que se realizan en sus distintos ecosistemas, sirve para mostrar que Costa Rica es más que la plétora de discursos ambientales a los que estamos acostumbrados. Aquí, se resalta la importancia no solo de proteger un área, sino también de expandirla para permitir que la naturaleza reestablezca la vida que existía antes de los asentamientos ganaderos que casi extinguieron el bosque tropical seco.
Escribir sobre los datos que resaltan la importancia de la ACG tanto a nivel nacional como internacional es sencillo e importante, pero no sirve para cuantificar el impacto personal al encontrarse aquí.
El Área de Conservación depende de un núcleo de personas consagradas a proteger esta zona con el fin de que pueda ser disfrutada por todas las personas. Es justamente el factor humano el que hace posible que, al llegar, no solo se respire un maravilloso esplendor natural, sino también el calor con el que las personas me recibieron: desde voluntarios y personal, líderes comunales y estudiantes. Es el amor que irradian todas estas personas lo que logró transmitir de manera efectiva la importancia de todo lo que nos rodeaba.
No puede existir conservación natural si no somos parte activa de este cambio de mentalidad. Y esta es precisamente la tarea de todas las personas que conforman la ACG y de quienes la hemos visitado: cambiar la visión que ve en la naturaleza un simple recurso.
No es una tarea fácil, pero es la única vía que tenemos para finalmente volver a sentirnos parte de un todo, para mecernos al vaivén de los árboles y, al cerrar los ojos, poder sentir que estamos en casa.
Fuente de información:
Alejandro García Q.
UX Designer & Writer