Mediante signos y claves se establecieron los primeros códigos en la comunicación y lenguaje de los primeros grupos étnicos, sirviendo como medio para denotar cooperación, comunión natural o pactada con los ancestros, remontándose a tiempos lejanos donde las familias o co-residentes buscaban sitios que les permitiera tener apoyo social o alianzas y no necesariamente viajar a los mejores lugares, lo que llevó a cambios en la ocupación de los territorios y el desarrollo de modos de vida autóctonos.
En el viajar de los ancestros iban quedando rastros y evidencias arqueológicas que hoy en día se encuentran en sitios como Santa Rosa que hoy están protegidos, hablándonos de procesos de construcción social en donde las posibilidades interpretativas de estas realidades motivan el respeto y el rescate de su convivencia, entre ellos, con los otros y con el medio.
En Santa Rosa se encuentra el monumento arqueológico Los Duendes (G-875 LD). Sitio donde nuestros antepasados, probablemente los chorotegas, plasmaron en estas rocas, formas que abren paso a una amplia gama de posibilidades interpretativas y que hay que cuidar.
Es así que la expresión de esos símbolos, los encontramos en las piedras de este lugar, en donde nuestros antepasados quisieron expresar sin palabras algo que como grupos les daba su identidad, dando por cierto lo visto en su viajar y lo transmitido en sus experiencias cotidianas o aquellas encomendadas por sus seres superiores.
Es un tipo de arte rupestre precolombino hecho en piedra, labrado de sus propias manos, dejando un mensaje que nos pudiera hablar de creencias, hazañas, recreación, clanes, ceremonias, o muestras de su organización social y convivencia. Hoy en día nos permite contemplarlo, recomendablemente a un metro de distancia, sin apoyarse ni sentarse sobre ellas, sin rayarlas, ni patearlas.
Intentemos descifrar su mensaje, pues de estos ancestros de piedra, podría descifrarse el modo de vida de quienes los elaboraron. El sitio consta de petroglifos (inscripciones hechas en piedra) y afiladores (rocas utilizadas para afilar otras herramientas en piedra) ubicados en el cauce de la quebrada Duendes. Se estima que hay un total de 22 piedras con evidencia de modificación o utilización humana, divididas en 18 petroglifos y 7 afiladores.
Muchas de estas piedras han sido removidas de su ubicación original debido al caudal de la quebrada en época lluviosa, por sus crecidas. También se puede observar un cierto muro de contención hecho en piedra que deja ver rasgos de su actividad.