Las tierras emergidas del Área de Conservación Guanacaste. Una mirada inmersiva más allá del piso natural

Sentirnos bajo el agua es una sensación no del todo desconocida. A lo largo de nuestras vidas nos conectamos a múltiples experiencias, una de estas es situarnos bajo el agua del mar, un río o una piscina, que nos lleva a encontrar ambientes fenomenales para desarrollar nuestro reflejo de inmersión como lo hacemos los mamíferos.

A pesar que la sensación de estar sumergidos, podría despertar algún estado de relajación al llevar nuestro ritmo cardiaco a un nivel inferior,  es un momento que nos conecta con lo inusual a nuestra mirada. ¿Y si cerramos los ojos, contenemos nuestra respiración por unos segundos, como si estuviéramos en el fondo del mar viajando al origen del lugar donde estamos? 

Al fondo del Mirador Tierras Emergidas está la península de Santa Elena, son montañas que no siempre se vieron así, pues aunque su altura puede sobrepasar los 400 metros sobre el nivel del mar, éstas emergieron del fondo de las aguas del océano pácifico, hace ya más de 80 millones de años.

Mirador Tierras Emergidas, Parque Nacional Santa Rosa, Julio 2018, foto: Alejandro MasísMirador Tierras Emergidas, Parque Nacional Santa Rosa, Julio 2018, foto: Alejandro Masís

A través de la geología, ciencia que estudia la historia del globo terrestre, su naturaleza, formación, evolución y disposición actual de las materias que la componen, conocemos de la presencia de procesos de la solidificación del magma que dieron origen a la Península de Santa Elena.  Una sección situada entre el suelo que pisamos y el núcleo de la tierra, llamada manto terrestre, a una profundidad de 50-70 km debajo nuestro, salió a la superficie creándose la Nappe de Santa Elena. 

Esta sección, principalmente compuesta por peridotitas y diques doléricos, es un punto clave para el estudio de la historia natural de América Central y de la región Caribe, pues de su estudio se interpreta que el manto terrestre emergido, literalmente se montó sobre otro terreno que se conoce como el Complejo de Acreción de Santa Rosa.

Aunque estamos a casi 10 kilómetros en línea recta del pico más alto llamado Cerro El Inglés de casi 500 m.s.n.m, la península de Santa Elena es una de las regiones geológicamente más interesantes de Costa Rica, que permite estudiar los orígenes más característicos del territorio costarricense y centroamericano. 

Consecuentemente, estamos situándonos ahora en el límite de aquellos territorios emergidos y la unión con los depósitos volcánicos de las grandes erupciones de cordillera volcánica de Guanacaste, que se encuentra situada a nuestras espaldas.

Ya podemos apreciar y respirar lo que tenemos, pues la historia geológica de Santa Elena, el bosque seco con sus cambios de estación, el cañón natural frente a nosotros, el desplazamiento de la nubosidad desde la cordillera, las aves en vuelo, las floraciones, las rocas expuestas y los colores de la tierra, hacen de este mirador la mejor parada para iniciar la aventura hacia un sitio Patrimonio Natural de la Humanidad.

Mientras tanto, escuchemos el viento resoplar, la agitación de las ramas, el canto de aves, el sonido de los insectos y la vida junto a otras personas desde las tierras emergidas del Área de Conservación Guanacaste.

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