En junio de 1855 un aventurero originario de Nashville (estado de Tenessee, Estados Unidos), llamado William Walker, desembarcó en el puerto nicaragüense del Realejo, junto con 57 hombres, a bordo de un bergantín denominado "Vesta". Ellos formaron la Falange Americana, un ejército que después marchó sobre la ciudad de Rivas. Deseaban fundar una república esclavista centroamericana. Y es que la principal actividad de aquella región estadounidense era la agricultura y para eso utilizaban el trabajo esclavo de negros comprados en las Antillas.
Cuando Walker llegó a Nicaragua, este país sufría un gran conflicto interno entre dos partidos que se disputaban el poder (Democrático y Legitimista). La intervención del estadounidense en la guerra civil que se produjo por dicho conflicto, decidió el triunfo del grupo demócrata. Sin embargo, Walker se quedó con el mando de las fuerzas armadas y convirtió al presidente, Patricio Rivas, en un instrumento de sus caprichos.
La actitud de William Walker tenía una razón de ser: quería extender sus dominios hacia toda Centroamérica para convertirla en un imperio esclavista. ("Five or none").
En Costa Rica, don Juan Rafael Mora Porras, Presidente de la República, conoce las intenciones del Walker y el 27 de febrero de 1856 le declara la guerra a Nicaragua y hace un llamado a los costarricenses para unirse a las armas; el cual es atendido. El 4 de marzo se inicia la marcha de 10 mil hombres y mujeres desde San José hacia la Frontera Norte (Guanacaste), dirigida por el hermano del Presidente don José Joaquín Mora, llegando a Liberia el 12 de marzo, donde se unen al batallón organizado en esa ciudad (Batallón de Moracia), bajo el mando de don José María Cañas.
William Walker, al darse cuenta del movimiento que se estaba dando en nuestro país, envían tropas a cargo del coronel Schlessinger, las cuales ingresan a Costa Rica por el camino que unía Nicaragua con Liberia el cual pasaba por la Hacienda Santa Rosa, sitio al cuál llegaron el 19 de marzo.
Los costarricenses inician a su vez, el camino hacia Santa Rosa y el 20 de marzo armados con rifles, sables y bayonetas a las 4 de la tarde inician el ataque, rodeando a los filibusteros que se habían ubicado en la Casona de la Hacienda, catorce minutos después, la batalla concluyó con el triunfo de los costarricenses.
Días antes de la Batalla
El día 13 de marzo de 1856, descansaban ya los soldados de Costa Rica, Liberia cuando salió de La Virgen de Nicaragua, con destino a Costa Rica la guarnición filibustera que jefeaba el Coronel Schlessinger. El camino seguido por los filibusteros fue el siguiente: de La Virgen, continuaron la Vía del Tránsito, marcharon hacia San Juan del Sur, a donde llegaron el día 13. El 14 partieron de San Juan siguiendo el camino de la costa. El 15 llegaron a La Flor y un día más tarde cruzaron la frontera y arribaron a las Salinas de Bolaños, en la que se encontraban por siete hombres y una mujer que les acompañaba como cocinera, pereciendo todos trágicamente.
De Salinas, los filibusteros pasaron a la hacienda del Naranjo, en donde destruyeron muelles y menaje, haciendo luego lo mismo en el Sapoá y El Amo.
El día 18 las avanzadas de observación del Gobierno de Costa Rica, se dan cuenta de que la vanguardia enemiga llegaba a la Hacienda del Sapoá. De inmediato lo comunican al cuartel general establecido en Liberia, al cual llega la noticia a eso de las 9:30 de la noche.
En la madrugada del 19 de marzo, se movilizó el ejército expedicionario. La avanzada estaba integrada por 500 josefinos, bajo el mando del Coronel Lorenzo Salazar. Cien lanceros que formaban la caballería, venían agregados al grupo y eran comandados por el Mayor Julián Arias y el Capitán Juan Estrada. Poco después se agregó el Capitán José María Gutiérrez, con 100 soldados seleccionados de los 300 que trajo de la Capital. Su tropa aportaba dos cañoncitos de campaña.
El mismo 19 se le presentó a las tropas del Gobierno la oportunidad de escoger entre dos caminos, unos que conducía hacia la hacienda El Pelón y otro a la de Santa Rosa. Don José Joaquín Mora, que conocía bien la zona, escogió el sendero de El Pelón.
Allí no había dificultad de aprovisionamiento de agua y el sitio era bastante defendible en caso de que llegara el enemigo. De haber pensado de manera distinta, la batalla de Santa Rosa habría ocurrido un día antes, ya que los filibusteros arribaron a Santa Rosa esa tarde, mientras el ejército nacional llegaba al Pelón. Ambas tropas estuvieron esa noche vigilantes y las nuestras, que enviaron patrullas a los alrededores, no pudieron obtener suficientes datos acerca de los movimientos del enemigo. Los ejércitos durmieron en haciendas contiguas.
El día 20 de marzo
Alboreaba apenas el jueves santo de 1856, el día 20 de marzo, el ejército expedicionario se puso en marcha hacia el norte, dejando atrás la Hacienda de El Pelón.
Las tropas de Costa Rica estaban organizadas de la siguiente forma:
- Jefe del Estado Mayor: General José Joaquín Mora.
- Jefe de División: Coronel Lorenzo Salazar
- Comandante de Batallón Guardia de la Constitución: Mayor Clodomiro Escalante.
- Jefe de Escuadra de Caballería: Mayor Julián Arias y Capitán Juan Estrada.
- Jefe del Batallón de Moracia: Comandante Mayor Domingo Murillo.
Como desde el día anterior se tenía la firme convicción de la presencia del enemigo en las proximidades de los llanos del Coyol, las tropas de Costa Rica, mandaron primero sus avanzadas a explorarlo. A eso de las 8 de la mañana pudieron sorprender a un filibustero rezagado, separado del grupo desde el día anterior, creyendo que el enemigo estaba allí, desplegáronse nuestras tropas en posición de ataque. Se vio el error en que se había caído y pidiéndole al prisionero que guiara a los ticos hacia el grueso de las tropas con que venía, pretendió engañarlos, llevándolos por un camino totalmente opuesto. Gutiérrez logró descubrir en uno de los caminos que conducía a Santa Rosa, las huellas claras, que el enemigo invasor dejara el día anterior. Razón por la cual se envió al Teniente Macedonio Esquivel acompañado de un guía hacer un reconocimiento. Éste pudo observar desde un cerro cercano la presencia de los filibusteros en la casa principal de la hacienda.
Los filibusteros permanecía confiados en su ventajosa posición. Apenas en algunos lugares permanecían destacados los centinelas, particularmente en la sección sur, por donde era más posible que apareciera el enemigo. Existía entre los jefes y subalternos honda división, provocada en gran parte por la serie de desaciertos del coronel, Schlessinger.
En Santa Rosa los capitanes pensaron en la necesidad de proceder a una revista de armas, pues muchos de ellos podía estar inutilizados por las circunstancias del viaje. Esta necesidad la expusieron al jefe desde la mañana.
El Día de la Batalla
Las tropas de Costa Rica, al avanzar sobre la casa de la Hacienda lo hicieron por la retaguardia, el ejército se detuvo silencioso por el callejón, a corta distancia de la salida al llano. Resguardándose hacia la izquierda salió primero una guarnición de 100 hombres, bajo el comando del Capitán Gutiérrez, con el propósito de tomar la altura posterior de la Hacienda. El destacamento avanzó por una hondonada natural y parece que logró tomar dicha altura sin tropiezo, ya que este movimiento tomo desprevenidos a los filibusteros.
Iniciado este momento el Coronel Salazar con 280 hombres hizo su salida al llano. El centinela filibustero allí destacado intento dar la alarma haciendo un disparo, pero esta no respondió. El centinela emprendió la carrera y a partir de ese momento reinó un gran movimiento entre los filibustero y las compañías de Nueva York, New Orleans y Francia, se organizaron tomando posición estratégicas: la Compañía Francesa estuvo al principio del noreste de la casa, por donde venían los costarricenses; los Creighton ocuparon la parte sur y occidental de la casa y la retaguardia fue cubierta por la compañía de Thorpe. Rudler y su compañía de rifleros se ubicaron en los corrales y otros sitios.
Ya organizados los filibusteros pudieron darse cuenta que el enemigo se aproximaba por dos lados distintos a la vez. Los costarricenses por la colina del nordeste y por el llano occidental, avanzaban a toda prisa. Los del cerro, hombres de Gutiérrez llevaban luciendo una cinta roja en su sombrero, lo que hizo que los invasores creyeran que se trataba de su propia gente, ya que ellos usaban dichas cintas como insignias.
Mientras que los costarricenses avanzaban por el llano, el grupo de Gutiérrez hizo los primeros disparos iniciando así el rompimiento del fuego.
Por el este y a paso rápido avanzaron las tropas del Coronel Salazar. Los soldados por su parte se extendían por toda la llanura y se distinguían preferentemente hacia el sur, por donde pretendían establecer el fuego más intenso, atrás en el callejón por donde había venido la caballería, permanecía a la expectativa esperando recibir órdenes para cargar contra el enemigo.
El fuego comenzó cuando ambas bandas estuvieron separados por una veintena de varas. El objetivo primero a alcanzar por nuestras tropas, fue la sección de los corrales del oeste en donde estaba Rudler con su gente. Hecha la primera descarga, los costarricenses siguieron el ataque de la bayoneta, jefes y subalternos avanzaron atacando con decisión los corrales.
El primero en intentar el asalto directo a la trinchera fue el Oficial Manuel Rojas, quien pagó con su vida. Le siguieron muchos otros, armados con sable y bayoneta, que acosaron al enemigo y le obligaran a replegarse hacia la casa principal.
El ataque decidido de los nuestros determinó que poco a poco los filibusteros fueron buscando refugio en la casa principal, que les daba cierta seguridad. La artillería del Capitán Mateo Marín que disparaba sus cañones hacia el costado derecho de la casa, limpió de enemigos. En un momento dado se encontraron los filibusteros acorralados en la casa principal por lo que Gutiérrez, desde su posición inmediata a la casa descendió con sus hombres hacia ésta, saltando del corte del cerro, hacia los establos y corrales del patio. Se dirigió a la casa atacando el ángulo noroeste de esta en donde había un grupo de filibusteros bien armados.
Con pistola y sable en mano decididamente encontrando la muerte instantes después. La tropa enardecida, emprendió la lucha para desalojar a los enemigos de su refugio. Afuera los costarricenses que avanzaban por el llano se acercaron a la casa, y convencidos de la dificultad para penetrar por ese lado al interior de la misma, decidieron quemarla. Pero no hubo necesidad de hacerlo pues en ese momento los hombres de Gutiérrez invadían por todos lados la casa que servía de refugio a sus enemigos.
Huida de los Filibusteros
El movimiento de Gutiérrez había dejado abierto el camino de retirada del enemigo. Los últimos momentos se hacía ya muy difíciles para la compañía filibustera de New Orleans que determinó retirarse del lugar.
Los filibusteros lograron salir huyendo por la colina y el sector oriental de la casa, tomando luego el camino de la Chacona.
Ante el rápido éxito de nuestros soldados la tropa de Moracia entró a escena interviniendo en la persecución de los invasores única labor que quedaba ya por realizar. Esta tropa siguió por la misma hondonada que Gutiérrez había utilizado para llegar a la colina posterior de la casa.