El bosque seco maduro del Parque Nacional: Una oportunidad de apreciación de la continuidad natural a base de conservación

A medida que transcurre el tiempo, la naturaleza que nos rodea continúa en constante evolución. Cada segundo trae consigo cambios en el entorno, permitiendo que todo cumpla un ciclo de vida. Detrás de cada cosa o ser vivo, aguardan innumerables especies listas para ocupar los espacios favorables para su desarrollo.

En Santa Rosa, aunque gran parte de los bosques fueron convertidos en potreros debido a la actividad ganadera, algunos parches de bosque lograron sobrevivir. Por razones específicas, estos fragmentos se mantuvieron intactos, permitiendo que sus ciclos naturales avanzaran hasta alcanzar una madurez ecológica esencial para su función ambiental.

Hoy en día, es posible admirar un bosque seco tropical con un nivel de madurez ecológica casi inexistente en otras áreas protegidas. Al recorrer la carretera interna de Santa Rosa, aproximadamente a cuatro kilómetros de la entrada principal, se llega a un sitio conocido como el “bosque húmedo” o “cuesta húmeda”. En este lugar, la temperatura puede ser hasta cinco grados Celsius más baja en comparación a parches de bosque cercanos, creando un ambiente fresco y único.

Sin embargo, el llamado “bosque húmedo” es, en realidad, un parche de bosque seco maduro. Este, está compuesto por una comunidad de árboles perennes en etapas avanzadas de sucesión, que alcanzan alturas superiores a los 20 metros. A diferencia de otras especies de árboles que pierden sus hojas durante la estación seca, estos árboles las renuevan rápidamente y dependen de animales para la dispersión de sus semillas. Entre las especies presentes destacan el níspero chicle (Manilkara chicle), el roble encino (Quercus oleoides), el guapinol (Hymenaea courbaril), el ojoche (Brosimum alicastrum), y el higuerón (Ficus sp), así como arbustos como Hirtella racemosa y el tucuico (Ardisia revoluta).

Bosque seco maduro, Parque Nacional Santa Rosa; Foto: Alejandro Masís
 

Este parche, de aproximadamente 27 hectáreas, nunca fue talado en los tiempos de la hacienda, aunque se realizó una extracción selectiva de caoba (Swietenia macrophylla). En la actualidad, es considerado el bosque maduro de más fácil acceso para las personas, lo que permite disfrutar y estudiar este ecosistema único. Otros parches de bosque maduro pueden observarse en el sendero Indio Desnudo y el sendero Santa Rosa, ambos ideales para caminatas.

Es común avistar aves como el toledo (Chiroxiphia linearis) y el pavón (Crax rubra), así como mamíferos como las guatusas (Dasyprocta punctata) y los monos araña (Ateles geoffroyi), que visitan el área en la estación seca para alimentarse de frutos de papaturro (Coccoloba guanacastensis). 

toledo (Chiroxiphia linearis), Parque Nacional Santa Rosa; Foto: Luciano Capelli
 

Además, ha sido el escenario del estudio más largo del ratón semiespinoso del bosque seco (Heteromys salvini) en el Neotrópico. En el año 2010 se registró la presencia de una hembra de falso vampiro (Vampyrum spectrum), lo que resalta la integridad ecológica del lugar. También se han documentado grandes cuerpos fructíferos del hongo Macrocybe titans, creciendo sobre montículos de zompoperas.

La riqueza de este bosque maduro representa una oportunidad invaluable para comprender el impacto positivo de preservar los ciclos naturales. Es fundamental fomentar visitas responsables y generar conciencia sobre la importancia de evitar prácticas dañinas, como los incendios forestales. Estos parches de bosque son un recordatorio de los resultados que pueden alcanzarse cuando permitimos que la naturaleza siga su curso.

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